“La
ciudad se convierte en educadora a partir de la necesidad de educar,
de
aprender,
de imaginar... siendo educadora, la ciudad es a su vez educada.
Una
buena parte de su labor educadora está ligada a nuestro
posicionamiento
político, y obviamente, a cómo ejercemos el poder
en
la ciudad, a cómo la utopía y el sueño que impregnan nuestra
política
en el servicio a aquello y aquellos a quienes servimos”
Paulo
Freire
Ya
el Informe Faure hacía referencia en 1972 al concepto de “ciudad
educativa”, en el marco de la educación permanente. Pero será en
la década posterior cuando se desarrolle la idea de ciudad
educadora, que desemboca en 1990 en Barcelona en el I Congreso
Internacional de Ciudades Educadoras y en el manifiesto de la Carta
de las ciudades educadoras, que
pretende aprovechar toda la riqueza y posibilidades educativas de las
ciudades desde un enfoque integrado y global.
Del
análisis de los distintos ámbitos de la educación no formal se
desprende una diferenciación entre:
el
mundo del trabajo (formación profesional, formación para el
empleo, formación ocupacional...)
el
ocio y la cultura (el tiempo libre, la pedagogía del ocio, la
animación sociocultural...)
la
educación social (en centros de acogida, centros abiertos,
instituciones penitenciarias, educadores de calle...)
la
escuela (con actividades que amplían el curriculum oficial, como
las actividades extraescolares, de aprendizaje-servicio....)
Todo
ello tiene lugar en la ciudad. Sin embargo, desde un enfoque
integrado, el de la ciudad educadora, podemos apreciar al menos tres
dimensiones educativas de la ciudad donde se entremezclan la
educación formal, no formal e informal:
La
ciudad ofrece una serie de recursos para aprender:
Instituciones
propiamente educativas (la red escolar, pero también instituciones
de tiempo libre, animación sociocultural, educación de adultos...)
Equipamientos
cívicos (centros culturales, museos, bibliotecas, asociaciones
culturales y vecinales...)
Acontecimientos
ocasionales (exposiciones, congresos, jornadas, campañas...)
Espacios,
encuentros y vivencias espontáneos (la educación informal que se
produce en la vida cotidiana) (TRILLA: 2004: 30-31)
“La
ciudad y concretamente la calle -por referirnos a uno de sus
elementos más emblemáticos- es, como tantas veces se ha dicho, una
escuela de vida” (TRILLA: 2004: 35)
Pero
en la calle hay de todo: bueno y malo. Contiene un “curriculum
oculto” de educación informal riquísimo pero ambivalente. La
calle educa, pero también maleduca: en la calle se puede aprender
espontáneamente cultura, civismo y solidaridad, pero también
consumismo, agresividad, marginación e indiferencia. (TRILLA: 2004:
36)
Aquí
se pone de manifiesto las grandes desigualdades sociales en la
experiencia que los niños tienen de la ciudad: los niños más
protegidos y con mayores posibilidades educativas, de clase media y
alta, y los niños de las clases populares, con menores posibilidades
educativas y mayor riesgo social: “a los que les sobra calle les
faltan instituciones educativas y recursos de mediación cultural; y
a los que les sobran éstos les falta calle” (TRILLA: 2004: 39-40).
Por
ello, “facilitar el aprendizaje de la ciudad debería consistir en
ampliar la experiencia directa del medio y, a la vez, en posibilitar
la elaboración de esta experiencia”. (TRILLA: 2004: 40)
Pero
hoy en día se sigue considerando al niño no en cuanto tal, sino
como adulto en potencia. Las ciudades no están pensadas para los
niños, se han convertido en un lugar peligroso donde los niños no
pueden experimentar en libertad. “Una vez tuvimos miedo del bosque:
hoy tenemos miedo de la ciudad” (TONUCCI: 1998). De ahí la
propuesta de “Ciudad de los niños”, dirigida por este pedagogo
italiano en la ciudad de Fano, que propone repensar la ciudad tomando
al niño como parámetro, con el objetivo de que los niños puedan
nuevamente salir solos de casa, lo cual requiere:
Renegociar
la relación de poder y fuerza entre el automóvil y el ciudadano,
especialmente el niño.
Ayudar
a los adultos a comprender que los niños tienen necesidad de salir.
Encontrar
y formar nuevos aliados de los niños (policías municipales,
ancianos, comerciantes....)