"El Aikido es una vía de perfeccionamiento espiritual del hombre"
Tamura Sensei (1933-2010)
Cuando vas a un instituto de Secundaria a hablar de un arte marcial
diferente, los alumnos tienen la cabeza llena de las fantasías violentas
e irreales de las películas de artes marciales (que poco tienen que ver
con las artes marciales) y del espíritu competitivo de los llamados
"deportes de combate" (boxeo, full-contact,...) que han alcanzado
también a otras artes marciales como el judo, el karate o el taekwondo,
por hablar de las más conocidas. Por eso, lo que les interesa saber es
si con estas artes pueden defenderse de alguien más fuerte, en una pelea
en la calle, o quién pensamos que ganaría en un combate, por ejemplo,
entre un karateka y un aikidoka. Están imbuidos de las ideas de
competición y de violencia, y además sienten una cierta fascinación por
lo exótico que para ellos suelen suponer las culturas del Lejano Oriente
(China, Japón...).
Cuando, además, haces una demostración en público, suelen quedar
capturados por la combinación de un ritual sobrio y estético (la
etiqueta de los saludos, la marcialidad de los gestos, el orden en la
disposición del espacio...), la elegancia y dinamismo en la ejecución de
las técnicas, o la espectacularidad de algunas proyecciones, con sus
saltos y caídas, de manera que pronto muchos de ellos quieren probar su
ejecución.
En pie de paz es un proyecto de educación para la paz, en el medio escolar, a
través del entrenamiento en aikido y en habilidades sociales de
comunicación.
Tiene como objetivo dar a los participantes la oportunidad
de practicar una serie de valores, actitudes y habilidades que les
permitan:
-
– Resolver conflictos de manera justa y no violenta.
-
– Reducir la frecuencia de conductas agresivas o sumisas.
-
– Afrontar de manera asertiva situaciones de violencia y de presión grupal.
-
– Desarrollar relaciones interpersonales más satisfactorias.
-
– Incrementar su autoestima.
En la experiencia que tuvimos durante tres cursos escolares en el IES
Lope de Vega de Madrid, en colaboración con los servicios sociales
municipales, seleccionamos a alumnos de primero y segundo de ESO
(incluido un grupo de Compensatoria y un cuarto de Diversificación) que
correspondiesen a dos perfiles característicos: chicos y chicas tímidos o
sumisos, y chicos agresivos, según un test sobre comunicación asertiva
en distintas situaciones cotidianas. La mayoría habían sufrido
experiencias de desbordamiento o conflicto en el ámbito escolar o en sus
aledaños, y sus principales motivaciones eran la curiosidad y aprender a
defenderse.
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Revista Cuadernos de Pedagogía